miércoles, 30 de octubre de 2013

El futuro se imprimirá en 3D



La impresión en 3D dejó la ciencia ficción y se ha vuelto una cuestión cotidiana, por lo menos para la industria aeronáutica, automotriz y hasta la del calzado.
Piezas de aviones, autos y de zapatos deportivos ya provienen de impresoras 3D y, posiblemente, en un futuro no muy lejano sea posible generar órganos a partir de células vivas. Así es, esta tecnología podría transformar el mundo y cambiar la forma en que actualmente se producen objetos de plástico, metal, e incluso los alimentos.
La impresión es una técnica que comenzó en los años 80 con la tinta, pero ha ido evolucionando y actualmente se pueden modelar objetos con resinas, metales y plásticos.

Para Oliver Baumann, director de Baumann y Compañía, esta tecnología comenzará a tener usos masivos en los próximos años, pues diseñar y producir cualquier objeto será mucho más barato y accesible. Y es que hay que recordar que la impresión en tercera dimensión estuvo detenida por cuestiones de patentes; algunas ya vencieron y otras lo harán el próximo año.
Según Baumann, en el futuro, las personas irán a una tienda, escanearán su pie y luego con los materiales que quieran, imprimirán un par de zapatos nuevos que sean 100% acorde a sus gustos. Además, vaticina que será posible imprimir órganos humanos a partir de células vidas, pues cada vez se experimenta más con este tipo de impresoras con el fin de encontrar sus alcances máximos.
En Hangzhou, China, unos investigadores ya desarrollaron una bio-impresora en tres dimensiones, así que la idea de producir órganos a través de estos aparatos podría no ser tan descabellada como parece a primera vista.
Baumann, incluso, expresa que sería posible imprimir toda clase de alimentos, pues actualmente ya existe mucha tecnología usada en cuestiones de confitería o para la producción de chocolates.
El directivo, que comercializa estas tecnologías en México, está convencido  de que la impresión en 3D puede cambiar el mundo de forma radical.
“El gran porcentaje de los productos que se venden en América Latina son importados, para los cuales hay que pagar cierto impuesto, transporte e incluso gastos por intermediarios, lo que hace que sean mucho más caros que si se hicieran en el país de origen”, señala.
El hecho es que muchos países no cuentan con industrias lo suficientemente equipadas y desarrollarlas requeriría de una gran inversión que podría reducirse sustancialmente con las impresoras tridimensionales. Con ellas cada país e, incluso, cada persona crearía sus propios productos.

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